martes

Arturo Pérez Reverte

Parecían felices. Dos tipos con suerte, pensé. Aunque sea dentro de lo que cabe. Por que viéndolos alli, en aquella tarde glacial, pensé en cuantas horas amargas no estarían siendo vengadas en ese momento por aquella sonrisa. Largas adolescendias dando vueltas por los parques o los cines para descubrir el sexo, mientras otros jóvenes se enamoraban, escribían poemas o bailaban abrazados en las fiestas del Instituto. Noches de echarse a la calle soñando con un principe azul de la misma edad, para volver de madrugada, echa mierda, llena de asco y soledad.

Me declaro completamente enamorada de todos y cada uno de los textos de dicho escritor.

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